El insomnio es una dolencia común en los ancianos. Antes de pensar en los somníferos, ya podemos modificar ciertos parámetros que no son necesariamente médicos.

Disminución de las horas de sueño, insomnio, ronquidos… Más del 40% de las personas mayores de 65 años sufren de trastornos del sueño. Una de las más frecuentes sigue siendo el insomnio, que afecta a entre el 23 y el 34% de los ancianos. Se define como una queja subjetiva del paciente sobre su sueño. Contrariamente a la creencia popular, el insomnio no es insignificante, ya que se asocia con las enfermedades cardiovasculares y la depresión.

Evita las píldoras para dormir

No todos los insomnios son iguales. El insomnio de corta duración puede durar menos de tres meses y ser desencadenado por un acontecimiento importante como el duelo o la hospitalización. Más allá de tres meses, se llama insomnio crónico. Los médicos a menudo recetan pastillas para dormir para ayudar a aliviar esto. Pero antes de considerar la posibilidad de tomar esa medicación, es importante saber exactamente de qué está sufriendo. Al enumerar los factores de riesgo que pueden provocar insomnio, a veces es posible evitar el uso de hipnóticos.

Enfermedades que interrumpen el sueño

Casi el 83% de las personas mayores que sufren de insomnio también padecen problemas cardiovasculares, respiratorios o psicológicos. El primer factor a tener en cuenta es, por tanto, su estado de salud, ya que ciertas patologías pueden tener un efecto directo sobre el sueño. Por ejemplo, el dolor relacionado con la osteoartritis o las dificultades respiratorias causadas por la insuficiencia cardíaca o las enfermedades pulmonares pueden perturbar el sueño por la noche. También es el caso de las enfermedades psiquiátricas como la depresión, que tiende a fragmentar el sueño.

Algunas enfermedades son específicas del sueño, como la apnea del sueño, que afecta al 25% de los ancianos. Otro ejemplo es el síndrome de las piernas inquietas, que consiste en el temblor regular de las piernas que causa microdespertares. Esta enfermedad afecta al 45% de las personas mayores de 65 años. Tampoco hay que olvidar los trastornos del ritmo circadiano: el reloj interno no funciona, el paciente se duerme a mitad del día y se despierta temprano en la noche.

Estilo de vida

La toma de ciertas sustancias también puede influir en el sueño. Este es el caso, por ejemplo, del consumo regular de alcohol, que afecta al 3,3% de las personas entre 65 y 74 años de edad. No se pueden descartar factores de estilo de vida saludable como los patrones de sueño, la dieta o la falta de actividad física, así como la toma de ciertos medicamentos prescritos para tratar enfermedades cardiovasculares o respiratorias, que pueden causar insomnio.

Además, la ingesta diaria de muchos medicamentos es un factor de riesgo adicional porque es difícil conocer todas las interacciones y efectos secundarios de las diferentes moléculas.

El caso de los ancianos en las instituciones es un poco diferente. Más del 24% de ellos sufren de insomnio. Además de verse afectados por enfermedades relacionadas con la edad, también sufren una falta de autonomía y a menudo pasan mucho tiempo en la cama durante el día.

También carecen de actividad física y de interacción social. Aunque a menudo se utilizan pastillas para dormir, la adaptación del entorno y el cambio de los hábitos de vida institucional pueden ayudar más a estas personas.

Eliminando los factores uno por uno

Para localizar al enemigo, no hay nada como hablar con tu médico. Con frecuencia se hacen preguntas como «¿Se despierta por la noche y, en caso afirmativo, con qué frecuencia?», «¿Cuánto sueño necesita para sentirse bien y funcionar normalmente durante el día?

En caso de insomnio inexplicable o de sospecha de problemas respiratorios o de comportamiento en el sueño, puede ser necesaria una visita a un especialista del sueño. El especialista registrará los movimientos del cuerpo durante largos períodos de tiempo, analizará el ritmo circadiano y medirá la respiración y los ritmos cardíacos.

También se darán algunos consejos sobre la higiene del sueño: restricción del tiempo que se pasa en la cama, control de los estímulos, correcta exposición a la luz del día, control de la luz y la temperatura en la habitación, etc. Sin olvidar la práctica de la actividad física durante el día, como caminar, que es de gran ayuda para mejorar el sueño.

Por último, si es necesario, el médico puede administrar hipnóticos, pero con cuidado y a corto plazo si es posible. A largo plazo, son adictivos y sólo revivirán el insomnio cuando se detenga el tratamiento. Otros medicamentos también pueden ser útiles, como los que se utilizan para la depresión y las enfermedades cardíacas y pulmonares.

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